jueves, 17 de diciembre de 2009

El tacto de la magia


Todo ocurrió durante un noche mágica en un oscuro y vacío plató. Hasta entonces, pocas habían sido las ocasiones en que la fortuna había reparado en mi insignificante existencia, otorgándome la posibilidad de vivir momentos de esos que se recordarán toda la vida. Sin embargo, allí mismo, bajo los enormes focos, rodeado de ese frenético ritmo que impone el precio de cada metro de 35 milímetros, envuelto en el decorado más imponente que jamás hubiera visto, había estado yo, soñando de antemano mi sueño, con los ojos como platos y el pulso a mil por hora, intentando no perder el más minúsculo detalle de ese pedacito de magia del que tenía el privilegio de formar parte.

Tras esas horas de gloria, cuando el ajetreo cesó, mis héroes se fueron retirando a sus camerinos y las luces comenzaron a apagarse.  Algo dentro de mí me mantuvo en un rincón, paralizado, intentando asimilarlo todo, intentando volver a la realidad.

Fue entonces cuando entre las sombras ví aparecer a una mujer rubia, con unos enormes ojos y expresión nostálgica. Se acercó lentamente hacia un pequeño piano que descansaba en una sombría esquina.
De repente un foco la iluminó. Ella me miró y yo entre temblores, la reconocí. A pocos metros del rincón en el que yo estaba, pedía con un precioso susurro que el piano le regalara su canción. “As time goes by” comenzó a inundarnos a los dos. Ella, quieta, sin dejar de sonreírme, movía sus labios en silencio, convirtiéndome en el hombre más feliz de toda la historia. Poco a poco, el brillo de la luz que la envolvía, fue tornándose en un gris cada vez más oscuro, hasta que se fundió en un implacable negro.

Traté de respirar con todas mis fuerzasy comencé a frotarme los ojos. Pero parece ser que aquello de que los milagros no vienen solos, no es del todo falso.

Cuando mis ojos de nuevo se abrieron, se encontraron ante una verdadera diosa que parecía querer decirme algo. Alta, elegante, con un impecable traje de chaqueta y afilados tacones.
Me miró con sus ojos felinos e impresionantes y de sus labios de carmín salieron aquellas palabras con las que tantas noches había soñado. “Si quieres algo, simplemente silba”. Creo que más palido que la luna en sus mejores noches, comenzé a silbar y a silbar y a silbar... Y así debí continuar hasta que bruscamente, algo fue a chocar contra mi cabeza.

Me volví con la intención de matar a quien hubiera osado romper aquel momento, a quien hubiera sido capaz de volatilzar a aquélla mujer que prometía ser mía con sólo un silbido.

Entonces, un desagradable hombrecillo me enfocó directamente con su estridente linterna. “Perdone pero son ya las doce. Todo el mundo se ha ido. ¿Se puede saber que hace aquí escondido y metiendo ese ruido?. O se va ahora mismo o...?. No le dejé terminar. Para qué intentar explicar lo inexplicable.

Ya en el exterior, la densa niebla pareció envolver mis recién vividas fantasías, recordándome que efectivamente acababa de rozar con mis propios dedos la magia.
Y por un momento, a lo lejos, me pareció descubrir una pequeña figura de uniforme que, tranquilamente me aguardaba para acompañarme en mi triste despedida con promesas de amistad.

THE END